La eternamente Villa Nueva de San Gregorio de Portoviejo será eso: nueva por siempre; en temas de carreteras, que quede claro. Todos los días el conductor está pendiente de las novedades del asfalto herido, esas llagas las llevan todos los ciudadanos. Salir a dar un paseo en automóvil es poner sal en la herida, valga decir que los portovejenses son las personas más valientes del país.
Yo fui portovejense, de corazón, ya me da vergüenza decir que soy de Portoviejo, una ciudad que no progresa en nada, salvo un par de edificios nuevos que para la cantidad de años de existencia de Portoviejo aquello resulta una burla al tiempo, ¿hasta cuándo los que por fe se consideran ciudadanos del valle van a ostentar como soberanos la corona triunfal en cualquier colina? Apenas llevan la diadema harapienta del fracaso político.
Los burros amarillos, hablo de los taxis no de los que ganaron las últimas elecciones para prefecto y alcalde de una provincia y ciudad perdida, los burros amarillos marchan cojos de tanto andar: jinete no hay camino, se hace camino con honestidad; jinete no hay carreteras, se hace carreteras con honestidad, entiende eso taxista que crees que la reina mayor de la ciudad tiene sacrosantas manos porque así lo dictan sus brillosos ojos verdes, ese color no es más que el fiel reflejo de lo que alimenta el ego consumista, o quizá así se tornan las pupilas de tanto flash que reciben.
Caminar por las calles de de la Ciudad de los Reales Tamarindos es un peligro y una fascinación, para muestra un botón: hay que ir por la calle América, da terror siendo un observador objetivo, lo contrario hace pensar que caminamos en la superficie lunar o en una roca formada de basura estelar, igual da terror, ni la fascinación ayuda a alegrar la tristeza vial. La avenida Universitaria tiene abismos, la avenida del Ejército cráteres, para muestra efectiva todo los botones.
No hay carretera buena, eso lo dicen los jinetes de los burros amarillos, no hay progreso, eso lo dicen las gentes que han retornado a Portoviejo luego de tantos años de ausencia. Ya hasta el nombre le cambiaron a mi ex ciudad, Portohueco la llaman, con eso todo cambia, esto será la Ciudad de los Reales Baches, Villa Nueva de San Desastre de Portohueco. El himno con la misma música empezará: A la Reina de trágica historia // Portoviejo maldita ciudad // con dolor canta el himno de muerte // de sus hijos la palabra final.
No es de sorprenderse, de seguro pasará si esto sigue así, y seguirá peor porque la alcaldesa llegó al límite de sus capacidades para gobernar.
Si estoy equivocado demuéstrelo señora alcaldesa y arregle todas las calles de la ciudad que me vio crecer y que yo la he visto retroceder, espero le alcance el tiempo para que las cosas que dice este votante arrepentido puedan pasar al ridículo de la historia, de lo contrario la inoperancia tocará fondo cuando termine su período administrativo.
LO QUE ANDAN MIS PIES ES RELATIVO, LO QUE ESCRIBEN MIS MANOS, ABSOLUTO... En este blog encontrarán trabajos realizados en las materias de estudio de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, seminarios y notas de interés.
31 mar 2008
26 mar 2008
Sí hay lugar para la literatura
Miguel Donoso Pareja, escribió el pasado domingo 23 de marzo de este año, en el diario público El Telégrafo, Pág. 24, un artículo titulado ¿Hay lugar para la literatura? aludiendo acertadamente que en los medios de comunicación nacionales, principalmente prensa y Tv no hay espacios dedicados a la literatura ecuatoriana, porque cita "todo lo originario o hecho en el país es malo" y agrega "desde la ropa, los zapatos, las putas, los amantes, los padres, los estudiantes, etcétera, y, por supuesto los escritores (y sus libros)". Donoso Pareja es novelista, poeta, ensayista, antólogo y crítico literario. Es escritor en toda la dimensión de la palabra.
Me uno a la preocupación del poeta, es una lástima que los medios de comunicación privados del Ecuador no crean en lo nuestro, de nada sirve que ubiquen en el espacio que les falta para llenar la página el lema "¡Mucho mejor! si es hecho en ECUADOR".
Esta crítica, de uno de los más importante literatos ecuatorianos de estos tiempos, tiene sentido, razón de ser, fundamentos claros, bases sólidas... Basta darle una ojeada a los medios nacionales para darnos cuenta de aquello. El mismo domingo César Ricaurte en su columna FRENTE A LA TV del diario EL UNIVERSO recalca que los medios se han olvidado de la función educativa. Y la literatura educa.
Sigo en el domingo, diario EL COMERCIO en la sección revista 7 DIAS, Pág. 8 dedica media página a la literatura extranjera específicamente a Tomás Segovia, poeta mexicano. Fuera de la gran dimensión literaria e intelectual que tenga Tomás Segovia, está claro, como dice Miguel Donoso, contemporáneo de Segovia, que los medios del país dedican extensos espacios a la literatura de afuera, (o sea la buena, para quienes manejan la información) y "en la última esquina de la página, a una columna con foto del autor y siete líneas de texto, se da cuenta del lanzamiento del libro un autor nacional" y exactamente (continúo en el mismo día) así lo muestra diario EL UNIVERSO en la Pág. 3, en espacio estratégico, esquina inferior izquierda (a la vista del lector este espacio pasa desapercibido) se publica una descripción de la revista-libro CYBERALFARO 14. Que en el contexto literario y académico tiene más valía que lo poco que se dice de Tomás Segovia. En esa misma página la primera mitad es dedicada a la literatura china.
El título de esta columna no es una aclaración al artículo antes mencionado, es, si cabe el término, una respuesta, los medios nacionales sí dan espacio a la literatura ecuatoriana, mejor dicho le tienen un espacio designado y ese espacio es más grande que sus paginotas, los medios de comunicación del país bien ubican la literatura ecuatoriana en el espacio sideral, allá donde se culturiza la ignorancia sola.
Alguien que se entere de lo que expongo dirá 'pero este señor no lee LA REVISTA, ahí salió el reportaje de una página a una escritora esmeraldeña', esa persona no se da cuenta que más adelante en el mismo suplemento que circula los domingos con EL UNIVERSO le dan con publicidad y todo dos páginas al síndrome premenstrual, y antes, tres páginas a un museo de París, cinco al turismo internacional y otras dos y media a Katie Holmes.
Volvamos a los miniespacios de la literatura nacional puesta en prensa. En la revista FAMILIA de diario EL COMERCIO, sigo en el domingo 23 de marzo del 2008, página 32 parte superior derecha (a la vista del lector este espacio también pasa desapercibido), en este espacio o limbo se describe la novela del ilustre ambateño Marcelo Robayo Campaña "Rojo es el poncho del Chirote".
La prensa sí da cabida a la literatura ecuatoriana y al mismo tiempo la opaca. Esperemos el próximo domingo la columna de Miguel Donoso Pareja en el diario El Telégrafo, en la anterior dijo que el comentario apenas comienza. Yo aquí finalizo.
Me uno a la preocupación del poeta, es una lástima que los medios de comunicación privados del Ecuador no crean en lo nuestro, de nada sirve que ubiquen en el espacio que les falta para llenar la página el lema "¡Mucho mejor! si es hecho en ECUADOR".
Esta crítica, de uno de los más importante literatos ecuatorianos de estos tiempos, tiene sentido, razón de ser, fundamentos claros, bases sólidas... Basta darle una ojeada a los medios nacionales para darnos cuenta de aquello. El mismo domingo César Ricaurte en su columna FRENTE A LA TV del diario EL UNIVERSO recalca que los medios se han olvidado de la función educativa. Y la literatura educa.
Sigo en el domingo, diario EL COMERCIO en la sección revista 7 DIAS, Pág. 8 dedica media página a la literatura extranjera específicamente a Tomás Segovia, poeta mexicano. Fuera de la gran dimensión literaria e intelectual que tenga Tomás Segovia, está claro, como dice Miguel Donoso, contemporáneo de Segovia, que los medios del país dedican extensos espacios a la literatura de afuera, (o sea la buena, para quienes manejan la información) y "en la última esquina de la página, a una columna con foto del autor y siete líneas de texto, se da cuenta del lanzamiento del libro un autor nacional" y exactamente (continúo en el mismo día) así lo muestra diario EL UNIVERSO en la Pág. 3, en espacio estratégico, esquina inferior izquierda (a la vista del lector este espacio pasa desapercibido) se publica una descripción de la revista-libro CYBERALFARO 14. Que en el contexto literario y académico tiene más valía que lo poco que se dice de Tomás Segovia. En esa misma página la primera mitad es dedicada a la literatura china.
El título de esta columna no es una aclaración al artículo antes mencionado, es, si cabe el término, una respuesta, los medios nacionales sí dan espacio a la literatura ecuatoriana, mejor dicho le tienen un espacio designado y ese espacio es más grande que sus paginotas, los medios de comunicación del país bien ubican la literatura ecuatoriana en el espacio sideral, allá donde se culturiza la ignorancia sola.
Alguien que se entere de lo que expongo dirá 'pero este señor no lee LA REVISTA, ahí salió el reportaje de una página a una escritora esmeraldeña', esa persona no se da cuenta que más adelante en el mismo suplemento que circula los domingos con EL UNIVERSO le dan con publicidad y todo dos páginas al síndrome premenstrual, y antes, tres páginas a un museo de París, cinco al turismo internacional y otras dos y media a Katie Holmes.
Volvamos a los miniespacios de la literatura nacional puesta en prensa. En la revista FAMILIA de diario EL COMERCIO, sigo en el domingo 23 de marzo del 2008, página 32 parte superior derecha (a la vista del lector este espacio también pasa desapercibido), en este espacio o limbo se describe la novela del ilustre ambateño Marcelo Robayo Campaña "Rojo es el poncho del Chirote".
La prensa sí da cabida a la literatura ecuatoriana y al mismo tiempo la opaca. Esperemos el próximo domingo la columna de Miguel Donoso Pareja en el diario El Telégrafo, en la anterior dijo que el comentario apenas comienza. Yo aquí finalizo.
1 mar 2008
FESTIVAL DE LA BALSA MANTEÑA
Antecedentes
La tradición cultural en la historia de los pueblos ha marcado su identidad, haciéndola prevalecer a lo largo del tiempo sin dejar que ella muera. Así pasa en las comunas de Salango y Agua Blanca del cantón Puerto López, éstas en su originalidad indígena descienden del Pueblo de Manta Huancavilca, con unos 5.000 años de historia y cultura, cuyos primeros asentamientos poblacionales pertenecieron a la cultura Valdivia, seguida por la Machalilla, Chorrera-Engoroy, Bahía, Guangala y culmino con el Periodo de Integración Regional denominado Manteña.
Los manteños hicieron del comercio una de sus principales actividades económicas, de lo que se deduce el dominio del mar y el uso de embarcaciones que les permitía realizar extensos recorridos, incluyendo las importantes islas “sagradas” como La Plata y Salango, esta última fue la sede de un importante cacicazgo, cuya población tenía como actividad sobresaliente el comercio y el intercambio de productos de la costa pacífica, como textiles, orfebrería y principalmente la concha Spondylus para fines rituales.
La explotación de la concha tiene antecedentes muy antiguos, puesto que en Salango esta actividad aparece desde la época de Valdivia, pasando por Machalilla, Chorrera, Guangala, Bahía, hasta la época manteña (Norton, 1984: 10, ss) Los manteño-huancavilcas han dejado sus testimonios en la franja costera de las provincias de Guayas, Manabí y El Oro. Los asentamientos del sur, entre otros fueron los de Colonche, Puná y en el Golfo de Guayaquil.
Tuvieron una subsistencia basada en la agricultura, adaptada a las condiciones climáticas de la zona, que se caracteriza más bien por seca, salvo en las partes altas donde el nivel de humedad es mayor.[1]
Aquellas tradiciones como el Festival de la Balsa Manteña, que celebran las comunidades de Salango, Agua Blanca y Puerto López en la provincia de Manabí y otras aledañas de Los Ríos, El Oro y Guayas, se realiza el 12 de octubre de cada año emulando el recorrido marítimo que hacían los habitantes de las culturas de esa zona antes de la llegada de los españoles. El recorrido comprendía las costas de Chile, México, Perú y posiblemente Hawai hasta llegar al imperio I del Señorío de Salangome, realizando el intercambio comercial de sus productos como la concha Spóndylus, como se dijo anteriormente,
La Balsa Manteña
La balsa Manteña desde sus inicios tuvo diferentes formas de diseño y de uso según las aguas que navegaban, las embarcaciones fluviales eran de cierto calado por las características de los ríos, aplicando otras alternativas para pescar en los mares.
Las embarcaciones más sencillas eran sólo troncos de balsa utilizados para pescar en aguas poco profundas con la técnica de arrastre. La misma se realizaba utilizando dos troncos en forma paralela, entre los cuales se tendía una red que iba atrapando peces. Otro modelo de embarcación era hecha a base de ceibo, cuyo tronco es ahuecado: se tallaba una hendidura en el centro donde se colocaban los pescadores, o la labraban en forma de canoas. Las balsas de caña guadúa eran usadas para navegar en pequeños ríos. (…) Las balsas de mayor calado eran usadas para las travesías a larga distancia su peculiar tecnología era exitosa para la navegación en el Pacífico cuyas características son especiales por el movimiento de las corrientes marinas. Estas embarcaciones podían albergar hasta cincuenta hombres. Estaban hechas de troncos de madera de balsa, en un número impar que oscilaba entre cinco o nueve. Los troncos estaban unidos por especies de sogas hechas con fibra natural, bejuco, llamadas en la Colonia con el nombre de Henequén o palazaerte.[2]
Las embarcaciones manteñas se construían de tal modo que resultaba prácticamente imposible hundirlas. Su único peligro constaba en el desgaste de las cuerdas empleadas para amarrar los troncos, lo que podía provocar la desintegración de las balsas en medio del océano. [3]
En la actualidad la fabricación de las balsas que se usuraron el la época precolombina se las elabora con las mismas maderas, salvo las cuerdas para amarrar los troncos son diferentes, no propiamente de bejuco, sino de cabos, el resto como la caña guadúa se sigue utilizando.
El Festival
El inicio del Festival de la Balsa Manteña hace quince años comenzó con las comunas del señorío de Salangome (Agua Blanca), Sercapés (Puerto López), Cuzco (Machalilla), y Salango, el desfile comprende la celebración de más de quinientos años de resistencia indígena (del pueblo de Manta hacia la conquista de los españoles), el rescate de las culturas aborígenes; utilizando la balsa manteña, danza, teatro y rituales como curaciones de los shamanes cuya vestimenta es elaborada con la hoja y tallo del banano (zapán) y el achote para las pinturas que usan en el cuerpos.
‘Danzar nos llena de orgullo, porque lo hacemos con amor, dice Maryuri Gonzalez, quien enseña el baile a los niños que conforman el grupo de danza, ‘por ahora están ensayando ocho niños de seis a diez años de edad’ agrega la coreógrafa, sobre los tipos de baile dice ‘hay dos, uno folklórico y otro de ofrecimiento a los dioses, el Padre Sol y la Madre Tierra, los ensayos se empiezan a preparar con quince días de anticipación’ finaliza.
La fiesta histórico-cultural de esta zona es una de las tradiciones más importantes de Manabí, aunque ha habido desacuerdos entre comunas, como la que sucedió hace cinco años, cuando se dividieron las comunas de Agua Blanca y Salango para hacer la ceremonia que hace quince años comenzaron juntas ‘Llevamos casi cinco años divididos porque nosotros (los de Agua Blanca) sí salíamos a desfilar como se acostumbra cada 12 de octubre. La concentración era en Puerto López, y aún poniéndose de acuerdo los directivos de dichas comunidades, ellos, (los de Salango) no llegaban al punto de encuentro, entonces la gente pidió que nosotros ya no saliéramos a Puerto López, sino que el punto de encuentro sea en Machalilla. Los de Salango lo hacen por su parte, incluso traen gente de fuera de la provincia para hacerlos parecer como indios de esta región’. Comenta Kléber Ventura, guía turístico del Museo do Agua Blanca.
Además, realizar esta tradición es una gran fuente ingresos económicas, ya que son bien vistas por los turistas nacionales y extranjeros e impulsan a los habitantes a no perder las costumbres y sus raíces.
Samuel Martínez dice que ‘celebrar 514 años de resistencia indígena a través del festival, es un orgullo que nos permite revalorizar la cultura de nuestros antepasados’, son mas de 200 personas hacen el recorrido cultural, entre adultos, jóvenes y niños, a estos últimos se les trasmite el bagaje cultural de su pueblo por medio de la tradición oral.
También se celebra los solsticios cada 21 de junio, diciembre, septiembre y marzo, baños saunas para purificar la sangre y curar el resfriado. Cerca de la laguna de agua medicinal sulfurosa se realiza una ceremonia con sermones y curaciones que hacen los chamanes.
La Resistencia Indígena en Manabí
La resistencia de los pueblos manteños y por lo tanto del pueblo mantense, debe ser entendida de una manera compleja. No sólo se trató de una defensa o agresión de tipo corporal o militar, sino de un conjunto de estrategias que abarcaron también fórmulas de tipo político. Algunos pueblos creyeron ver a dioses, pero otros, sobre todo los jerarcas, reaccionaron con estratagemas militares y políticas.
En un primer momento entra en juego la condición altamente sacralizada de la sociedad andina. En efecto, la reacción de un cacique de Tumbes, fue la de considerar que “tal gente era enviada por la mano de Dios i era bien hacerles buen hospedage”. Estete narra por su parte la reacción aterradora de los indios de comunidades situadas más al norte, al observar lo que ellos creyeron era la desmembración de un animal a partir de la caída de un jinete, mostrando un paralelismo con la interpretación que hace Todorov para el caso de México, otorgando un patrón absolutamente sacralizado que conducía a creer que los desconocidos tenían estatuto de dioses.
“... uno de aquellos caballos cayó del caballo abajo; y como los indios vieron dividirse aquel animal en dos partes, teniendo por cierto que todo era una cosa, fue tanto el miedo que tuvieron, que volvieron las espaldas dando voces a los suyos diciendo que se habían hecho dos, haciendo admiración de ello, lo cual no fue sin misterio; porque a no acaecer esto, se presume que mataran todos los cristianos; y aunque en la liviandad de huir se arguya flaqueza de ánimo el discreto considere que, jamás aquellas gentes habían visto las nuestras, tan diferentes de ellas; ni tampoco caballos, ...”
Sin embargo, esta aseveración es un tanto contradictoria, pues responde al paso de Pizarro durante su tercer viaje, cuando estaba claro que los indios ya habían conocido a los españoles y sus caballos, durante paso de las primeras expediciones. No obstante es posible que este animal, haya sido visto por primera vez en 1531, por ciertas comunidades aborígenes.
Otros testimonios afirman insistentemente, que durante los primeros encuentros, los manteños fueron receptivos y amigables. Esto demuestra una actitud de aproximación al advenedizo para conocerlo, lo cual no sería extraño entre los manteños, que por su naturaleza mercantil estaban acostumbrados al trato con pueblos distintos. Cuando Bartolomé Ruiz (1526) recorrió las costas de lo que hoy es la provincia de Esmeralda, “salieron algunos indios a él acaecidos de oro, y tres principales, puestas unas diademas, y dijeron al piloto que se fuese con ellos”. Más adelante, “en esa tierra llana muy poblada dieron algunas calas para tomar posesión y proveerse de agua; tomaron un navío en que venían hasta veinte hombres, en que se echaron al agua los once de ellos, y tomados los otros dejó en sí el piloto tres de ellos y otros echólos asimismo en tierra para que se fuesen; y estos tres que quedaron para lenguas, hízoles muy buen tratamiento y trájolos consigo”. Cieza de León también afirma que al paso de las huestes de Pizarro, durante su primer avance, los manteños salían a recibirlos y les regalaban comida. Esto muestra ciertamente una postura distinta a la de los pueblos situados más al norte, cuyas sociedades eran menos cohesionadas y presentaron desde el principio una actitud hostil. Es por ello que los cronistas halagan a los manteños calificándolos como gente de “mayor razón”. Es igualmente cierto que los manteños o estaba en guerra con los Incas o estaban a punto de iniciar una conflagración por el control de la ruta comercial del Pacífico, lo que explica que la llegada de nueva gente pudo haber sido vista como una posibilidad de alianza.
Por otra parte, entre las múltiples estrategias de los manteños estuvo la de los acosos, el ocultamiento, el disimulo, e incluso el silencio. En Coaque, la gente se escondió y el cacique optó por guardarse dentro de su casa. A partir de este episodio se puede ver cómo los manteños habían construido verdaderos códigos de relaciones sociales: el recibimiento y la ofrenda eran actos de aceptación, y la actitud contraria debía ser tomada como un rechazo: “el Señor de el Lugar escondióse en su misma Casa, maldiciendo tan malos Huéspedes; pero al fin le hallaron, i mui medroso, le llevaron á Don Francisco Picarro, i dixo por las lenguas: que no estaba escondido, sino en su propia casa i no en la agena: y que viendo que contra su voluntad, i los Suios se havian entrado en el Lugar, no havia ido á verlos, temiendo de muerte”.
Cuando pasa Girolamo Benzoni por el lugar en 1547 el cronista observa con acuciosidad particular la actitud de los caciques, quienes literalmente se negaban a “mirar” a los invasores, y da su testimonio con relación al Señor de Puerto Viejo o Manta, al que “nunca le vi mirar en la cara a ningún español”. En este sentido, y guardando las distancias entre ambas culturas, se establece una similitud con la actitud de Moctezuma, quien estaba dispuesto a todo incluso a ofrecer su reino, a condición que Cortés no lo viera.
En Bahía de Caráquez, en la tierra de la cacica viuda, presumiblemente en Tosagua, los indígenas atrajeron a los españoles con una actitud amistosa, pero luego les tendieron una celada en la que mataron a dos españoles. Finalmente Pizarro logró una alianza temporal para asegurar la provisión de alimentos. Más adelante, en Puerto Viejo, los indígenas abastecieron a los españoles en procura de que salieran rápido del territorio comprendiendo que iban de paso: “porque los señores destos pueblos, de una voluntad salían a los caminos a recibir al Gobernador sin ponerse en defensa; y el Gobernador, sin les hacer mal ni enojo alguno, los recebía a todos amorosamente”.
Se observa entonces, una capacidad de renovar distintas estrategias según la actitud del que ya era considerado a todas luces, no un visitante, sino un enemigo. Pero aún así, subsiste la cuestión en torno a cómo los Confederados no arremetieron y acabaron con los hombres de Pizarro, Almagro e incluso Alvarado, siendo numéricamente mayor, teniendo provisiones y encontrándose en su propio territorio. Es posible que la versión de que los hombres de guerra manteños estaban lejos en atención a la invasión de los Incas, haya sido cierta. Por otro lado, que la región no tuvo una tradición guerrera, y que su pueblo de filiación comercial desarrolló otras estrategias de poder. En ningún momento se observa una reacción militar organizada, prototipo de un estado centralizado y con ejercicios coercitivos. La respuesta manteña ante la invasión española, es otro elemento que permite comprender la diferencia de los patrones políticos, sociales y económicos, de los manteños, con respecto a otros grupos andinos.
A diferencia de lo ocurrido en 1526, en 1531 los manteños optaron por dejar abandonados sus asentamientos, quemar sus pueblos y desaparecer sus reservas de maíz. No sólo se puede atribuir esta conducta al miedo, sino por el contrario a toda una respuesta que pretendía dejar a los españoles sin abastecimientos, lo cual ocasionó el desgaste de las huestes en su avance al Perú. Los indios rebeldes se refugiaron en las montañas, entre los yumbos, a quienes todavía en 1568 se intentaba pacificar a propósito de la conquista de Esmeraldas, la última de las regiones que se mantenía incontrolada.
El arrinconamiento de la sociedad manteña hacia la zona montañosa es un tema poco estudiado, en el sentido de rastrear la posibilidad de que grupos tardíos como el de Los Colorados, pudieron haber acogido a los aborígenes de la diáspora, a juzgar por el parecido físico que comparten con la gente de la Costa. La disminución de la población de la Costa es atribuida a las guerras y al problema de la agresión biológica, es decir, a las enfermedades traídas por los europeos; pero 1535 parece una fecha aún temprana para justificar la desaparición de sociedades como la de Jocay, con 20.000 habitantes, o de otros pueblos de concentraciones masivas como Coaque o Salangome. En efecto, se afirma con respecto a Puerto Viejo que “en estas provincias hai pocos Indios”. La diáspora manteña, la huída hacia el interior, fue al mismo tiempo una estrategia de resistencia, pero asímismo una debilidad, puesto que finalmente la estructura de poder no pudo rearticularse rápidamente.[4]
La Comuna Salango
La Parroquia Salango tiene como su Gobierno Seccional a la Junta Parroquial de Salango creada para la administración Política de la parroquia, que se rige con la Ley Orgánica de las Juntas Parroquiales. La Parroquia Salango esta compuesta por zonas urbanas de la Comuna Salango y la Comuna Las Tunas.
La comuna Salango esta compuesta por el sitio Salango que a la vez es la cabecera parroquial, y por el recinto Río Chico.
La comuna Las Tunas esta conformada por el sitio Las Tunas que representa la cabecera comunal y los recintos Puerto Rico, Ayampe y Las Cabañas.
Un grupo de moradores se reunieron el 3 de mayo de 1995 con el anhelo y afán de conseguir mejores días y el progreso social, económico y cultural de sus futuras generaciones; con estas ideas, decidieron formar un comité Pro- Parroquialización que rija los destinos de sus florecientes comunas.
La muy Ilustre Municipalidad de Puerto López en sesión del 30 de Junio y 28 de Julio de 1995 y reformadas el 13 – 19 y 21 de Julio de 1996 y de la comisión de limites internos de la republica. En base a los informes favorables del consejo provincial de Manabí en sesión ordinaria del 26 de Octubre de 1995 el Ministerio de Gobierno mediante acuerdo ministerial No. 0452 del 5 de Agosto de 1996 y publicado en el registro oficial No. 007 del 20 de Agosto de este mismo año, crea la Parroquia Salango.[5]
La Comuna Agua Blanca
Agua Blanca es una aldea situada en el corazón del Parque Nacional Machalilla, una comunidad perdida en el tiempo, ya que sus tierras y recursos arqueológicos describen a la perfección nuestras raíces, la forma de vida de nuestros antepasados y sus métodos de supervivencia, algunos que nos han sido trasmitidos de generación en generación. Su población es de 250 habitantes aproximadamente y su territorio alcanza las 846 hectáreas.
Los estudios arqueológicos realizados en estas tierras, muestran restos del período Formativo hasta el período de Integración (etapas que describen las culturas de las costas manabitas).
Dentro del museo de la comuna se pueden observar la diversidad de utensilios antiguos y rústicos, pero tan útiles para los habitantes de estas tierras. Algunos de estos en perfecto estado, y otros un poco maltratados por las agresiones físicas (cuando los españoles estaban en búsqueda de tesoros), el traslado y la manipulación. Entre estos objetos hay recipientes elaborados en barro que servían como funerarias (urnas donde se colocaban los cadáveres) lo cual formaba arte de las tradiciones mortuorias. En estos recipientes es muy común encontrar esqueletos humanos en perfecto estado, con prendas de rituales valiosos, etc.
…Otros de estos objetos eran vasijas donde ponían el agua y los alimentos, además de utensilios de cocina, como rayos, molinos, e incluso piedras para hacer fuego.
Existe también una infinidad de adornos, collares, aretes, piedras talladas con formas de animales, sillas ceremoniales de algunos shamanes e incluso, conchas que sirven como medios de comunicación. (…) En fin, un sin número de implementos sorprendentes.
Al salir del museo, en un recorrido de 2 Km. y se pueden visitar los siguientes lugares de la comunidad:
LAS URNAS FUNERARIAS IN SITU, que son una especie de cementerios donde se enterraban las urnas con los cadáveres y algunas pertenencias.
EL VALLE DEL RÍO BUENA VISTA, donde disfrutamos de una diversidad muy extensa de flora y fauna en el bosque seco-tropical que nos ofrece el Parque Nacional de Machalilla y en donde nos topamos cara a cara con la naturaleza.
ÁREA ARQUEOLÓGICA, donde apreciamos restos de construcciones de casas, templos, centros ceremoniales y plazas que pertenecieron a la cultura Manteña.
LAS LAGUNAS SULFUROSAS, las cuales son la característica principal de la localidad y es la causa del nombre “Agua Blanca”, ya que por su alto contenido de sulfuro, sus aguas amanecen con una capa de espuma blanca en su superficie, la cual desaparece en el transcurso del día. También es conocida por sus propiedades curativas. Algunos de nuestros compañeros tomaron un baño en esas aguas refrescantes ya que dicen son fuente de juventud.
EL MIRADOR, (…) La parte más alta para poder apreciar en todo su esplendor el paisaje del valle y del río Buena Vista.[6]
Parque Nacional Machalilla
El Parque Nacional Machalilla se encuentra ubicado en la zona centro Occidental de la Región Costera del Ecuador, al sur Oeste de la Provincia de Manabí. Ocupa buena parte del sistema Hidrográfico Occidental de la Cordillera Chongón- Colonche. Los Cantones Involucrados en el Parque Nacional Machalilla corresponden a Jipijapa con sus Parroquias Julcuy, Pedro Pablo Gómez y Puerto Cayo; el Cantón Puerto López de reciente creación con sus Parroquias Machalilla y Salango, y, el Cantón Montecristi cuyo territorio constituye la Isla de la Plata. El territorio es discontinuo y comprende tres sectores: Salaite, Agua Blanca-Ayampe y Punta Los Piqueros; en la zona Continental: las Islas de la Plata y Salango; y una reserva de dos millas marítimas a lo largo del perfil costanero del Parque y alrededor de las Islas en el Océano Pacífico.
Hacía el sur del área se encuentra el sitio Turístico Reserva Natural Cantalapiedra; cuenta con 320 ha. Hay que destacar que en esta zona se encuentran restos arqueológicos de las más importantes culturas de la costa ecuatoriana, como la Valdivia. El PNM ocupa parte del sistema Hidrográfico Occidental Chongón Colonche. Sus drenajes principales son los ríos: Jipijapa, Salaite, Seco, Punteros, Buena Vista, Pinas y Ayampe, Casi todo el sistema hidrográfico es de tipo intermitente, que en época de estiaje permanecen secos y en época de lluvias escurren. Solo río Ayampe tiene un escurrimiento ínfimo en época de estiaje.
El PNM ha sido incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional de la Convención de RAMSAR. El Parque Nacional Machalilla y bosques remanente de los alrededores incluyen áreas de bosque húmedo de garúa, similar al bosque nublado
andino, en la parte alta de la cordillera. En las laderas más bajas, el bosque se torna semideciduo y deciduo, y hacia la costa se convierte en matorral seco donde la vegetación es arbustiva y achaparrada, existen especies de cactus caudones o cactus candelabro, y árboles de las familias Leguminosa y Capparidaceae. En el bosque ripario hay grupos de caña guadua, árboles grandes como matapalos (Ficus spp.), otras zonas
están dominadas de palmas de cade o tagua y en general son zonas más intervenidas. Los hábitats marinos incluyen acantilados, playas arenosas, orillas rocosas bajas y accidentadas e islas continentales. Dentro del parque se encuentran algunas poblaciones humanas, las cuales presentan áreas agrícolas y ganaderas de subsistencia y se dedican
principalmente a la pesca y, en varios casos, al turismo, actividad que tiene gran importancia en la economía local.
Es destacable la presencia de aves migratorias en el río Ayampe, fauna terrestre en la isla de La Plata, ictiofauna marina y variedad de animales silvestres en la región costera del bosque seco, destacándose los albatros, pelícanos, fragatas, pájaro tropical, lobos marinos, los piqueros de patas azules y rojas y los enmascarados. En el sector, la estructura de la cubierta vegetal es propia de plantas expuestas a largas sequías, compuesta en su gran mayoría por especies de caducifolias y raíces profundas para captar aguas subterráneas. Las playas y acantilados son recursos paisajísticos dignos de visitar. [7]
[1] http://www.salango.com.ec/salango_1historia.htm
[2] Hidrovo Quiñónez Tatiana. Historia de Manta en la Región de Manabí. Tomo I. Editorial Mar Abierto. Esqueletra Editorial. Manta. Quito. 2005. Págs. 66 a 68.
[3] Fiura i Roma Carme. El grupo manteño, proceso de desaparición. Una visión de la Costa andina septentrional en el último Período Prehispánico y de su transformación después de la conquista española. Colección de Tesis doctorales. Universidad de Barcelona. Barcelona. 1995. Pág. 119.
[4] Hidrovo Quiñónez Tatiana. Historia de Manta en la Región de Manabí. Tomo I. Editorial Mar Abierto. Esqueletra Editorial. Manta. Quito. 2005. Pág. 163 a 168.
[5] http://www.salango.com.ec/salango_1parroquia.htm#
[6] Robles Briones Gelitza. Prácticas periodísticas en Agua Blanca. Edición 176. Semanario El Autonomista. Portoviejo. 2005. Págs. 6-7
[7] http://www.salango.com.ec/salango_2ecomachalilla.htm
La tradición cultural en la historia de los pueblos ha marcado su identidad, haciéndola prevalecer a lo largo del tiempo sin dejar que ella muera. Así pasa en las comunas de Salango y Agua Blanca del cantón Puerto López, éstas en su originalidad indígena descienden del Pueblo de Manta Huancavilca, con unos 5.000 años de historia y cultura, cuyos primeros asentamientos poblacionales pertenecieron a la cultura Valdivia, seguida por la Machalilla, Chorrera-Engoroy, Bahía, Guangala y culmino con el Periodo de Integración Regional denominado Manteña.
Los manteños hicieron del comercio una de sus principales actividades económicas, de lo que se deduce el dominio del mar y el uso de embarcaciones que les permitía realizar extensos recorridos, incluyendo las importantes islas “sagradas” como La Plata y Salango, esta última fue la sede de un importante cacicazgo, cuya población tenía como actividad sobresaliente el comercio y el intercambio de productos de la costa pacífica, como textiles, orfebrería y principalmente la concha Spondylus para fines rituales.
La explotación de la concha tiene antecedentes muy antiguos, puesto que en Salango esta actividad aparece desde la época de Valdivia, pasando por Machalilla, Chorrera, Guangala, Bahía, hasta la época manteña (Norton, 1984: 10, ss) Los manteño-huancavilcas han dejado sus testimonios en la franja costera de las provincias de Guayas, Manabí y El Oro. Los asentamientos del sur, entre otros fueron los de Colonche, Puná y en el Golfo de Guayaquil.
Tuvieron una subsistencia basada en la agricultura, adaptada a las condiciones climáticas de la zona, que se caracteriza más bien por seca, salvo en las partes altas donde el nivel de humedad es mayor.[1]
Aquellas tradiciones como el Festival de la Balsa Manteña, que celebran las comunidades de Salango, Agua Blanca y Puerto López en la provincia de Manabí y otras aledañas de Los Ríos, El Oro y Guayas, se realiza el 12 de octubre de cada año emulando el recorrido marítimo que hacían los habitantes de las culturas de esa zona antes de la llegada de los españoles. El recorrido comprendía las costas de Chile, México, Perú y posiblemente Hawai hasta llegar al imperio I del Señorío de Salangome, realizando el intercambio comercial de sus productos como la concha Spóndylus, como se dijo anteriormente,
La Balsa Manteña
La balsa Manteña desde sus inicios tuvo diferentes formas de diseño y de uso según las aguas que navegaban, las embarcaciones fluviales eran de cierto calado por las características de los ríos, aplicando otras alternativas para pescar en los mares.
Las embarcaciones más sencillas eran sólo troncos de balsa utilizados para pescar en aguas poco profundas con la técnica de arrastre. La misma se realizaba utilizando dos troncos en forma paralela, entre los cuales se tendía una red que iba atrapando peces. Otro modelo de embarcación era hecha a base de ceibo, cuyo tronco es ahuecado: se tallaba una hendidura en el centro donde se colocaban los pescadores, o la labraban en forma de canoas. Las balsas de caña guadúa eran usadas para navegar en pequeños ríos. (…) Las balsas de mayor calado eran usadas para las travesías a larga distancia su peculiar tecnología era exitosa para la navegación en el Pacífico cuyas características son especiales por el movimiento de las corrientes marinas. Estas embarcaciones podían albergar hasta cincuenta hombres. Estaban hechas de troncos de madera de balsa, en un número impar que oscilaba entre cinco o nueve. Los troncos estaban unidos por especies de sogas hechas con fibra natural, bejuco, llamadas en la Colonia con el nombre de Henequén o palazaerte.[2]
Las embarcaciones manteñas se construían de tal modo que resultaba prácticamente imposible hundirlas. Su único peligro constaba en el desgaste de las cuerdas empleadas para amarrar los troncos, lo que podía provocar la desintegración de las balsas en medio del océano. [3]
En la actualidad la fabricación de las balsas que se usuraron el la época precolombina se las elabora con las mismas maderas, salvo las cuerdas para amarrar los troncos son diferentes, no propiamente de bejuco, sino de cabos, el resto como la caña guadúa se sigue utilizando.
El Festival
El inicio del Festival de la Balsa Manteña hace quince años comenzó con las comunas del señorío de Salangome (Agua Blanca), Sercapés (Puerto López), Cuzco (Machalilla), y Salango, el desfile comprende la celebración de más de quinientos años de resistencia indígena (del pueblo de Manta hacia la conquista de los españoles), el rescate de las culturas aborígenes; utilizando la balsa manteña, danza, teatro y rituales como curaciones de los shamanes cuya vestimenta es elaborada con la hoja y tallo del banano (zapán) y el achote para las pinturas que usan en el cuerpos.
‘Danzar nos llena de orgullo, porque lo hacemos con amor, dice Maryuri Gonzalez, quien enseña el baile a los niños que conforman el grupo de danza, ‘por ahora están ensayando ocho niños de seis a diez años de edad’ agrega la coreógrafa, sobre los tipos de baile dice ‘hay dos, uno folklórico y otro de ofrecimiento a los dioses, el Padre Sol y la Madre Tierra, los ensayos se empiezan a preparar con quince días de anticipación’ finaliza.
La fiesta histórico-cultural de esta zona es una de las tradiciones más importantes de Manabí, aunque ha habido desacuerdos entre comunas, como la que sucedió hace cinco años, cuando se dividieron las comunas de Agua Blanca y Salango para hacer la ceremonia que hace quince años comenzaron juntas ‘Llevamos casi cinco años divididos porque nosotros (los de Agua Blanca) sí salíamos a desfilar como se acostumbra cada 12 de octubre. La concentración era en Puerto López, y aún poniéndose de acuerdo los directivos de dichas comunidades, ellos, (los de Salango) no llegaban al punto de encuentro, entonces la gente pidió que nosotros ya no saliéramos a Puerto López, sino que el punto de encuentro sea en Machalilla. Los de Salango lo hacen por su parte, incluso traen gente de fuera de la provincia para hacerlos parecer como indios de esta región’. Comenta Kléber Ventura, guía turístico del Museo do Agua Blanca.
Además, realizar esta tradición es una gran fuente ingresos económicas, ya que son bien vistas por los turistas nacionales y extranjeros e impulsan a los habitantes a no perder las costumbres y sus raíces.
Samuel Martínez dice que ‘celebrar 514 años de resistencia indígena a través del festival, es un orgullo que nos permite revalorizar la cultura de nuestros antepasados’, son mas de 200 personas hacen el recorrido cultural, entre adultos, jóvenes y niños, a estos últimos se les trasmite el bagaje cultural de su pueblo por medio de la tradición oral.
También se celebra los solsticios cada 21 de junio, diciembre, septiembre y marzo, baños saunas para purificar la sangre y curar el resfriado. Cerca de la laguna de agua medicinal sulfurosa se realiza una ceremonia con sermones y curaciones que hacen los chamanes.
La Resistencia Indígena en Manabí
La resistencia de los pueblos manteños y por lo tanto del pueblo mantense, debe ser entendida de una manera compleja. No sólo se trató de una defensa o agresión de tipo corporal o militar, sino de un conjunto de estrategias que abarcaron también fórmulas de tipo político. Algunos pueblos creyeron ver a dioses, pero otros, sobre todo los jerarcas, reaccionaron con estratagemas militares y políticas.
En un primer momento entra en juego la condición altamente sacralizada de la sociedad andina. En efecto, la reacción de un cacique de Tumbes, fue la de considerar que “tal gente era enviada por la mano de Dios i era bien hacerles buen hospedage”. Estete narra por su parte la reacción aterradora de los indios de comunidades situadas más al norte, al observar lo que ellos creyeron era la desmembración de un animal a partir de la caída de un jinete, mostrando un paralelismo con la interpretación que hace Todorov para el caso de México, otorgando un patrón absolutamente sacralizado que conducía a creer que los desconocidos tenían estatuto de dioses.
“... uno de aquellos caballos cayó del caballo abajo; y como los indios vieron dividirse aquel animal en dos partes, teniendo por cierto que todo era una cosa, fue tanto el miedo que tuvieron, que volvieron las espaldas dando voces a los suyos diciendo que se habían hecho dos, haciendo admiración de ello, lo cual no fue sin misterio; porque a no acaecer esto, se presume que mataran todos los cristianos; y aunque en la liviandad de huir se arguya flaqueza de ánimo el discreto considere que, jamás aquellas gentes habían visto las nuestras, tan diferentes de ellas; ni tampoco caballos, ...”
Sin embargo, esta aseveración es un tanto contradictoria, pues responde al paso de Pizarro durante su tercer viaje, cuando estaba claro que los indios ya habían conocido a los españoles y sus caballos, durante paso de las primeras expediciones. No obstante es posible que este animal, haya sido visto por primera vez en 1531, por ciertas comunidades aborígenes.
Otros testimonios afirman insistentemente, que durante los primeros encuentros, los manteños fueron receptivos y amigables. Esto demuestra una actitud de aproximación al advenedizo para conocerlo, lo cual no sería extraño entre los manteños, que por su naturaleza mercantil estaban acostumbrados al trato con pueblos distintos. Cuando Bartolomé Ruiz (1526) recorrió las costas de lo que hoy es la provincia de Esmeralda, “salieron algunos indios a él acaecidos de oro, y tres principales, puestas unas diademas, y dijeron al piloto que se fuese con ellos”. Más adelante, “en esa tierra llana muy poblada dieron algunas calas para tomar posesión y proveerse de agua; tomaron un navío en que venían hasta veinte hombres, en que se echaron al agua los once de ellos, y tomados los otros dejó en sí el piloto tres de ellos y otros echólos asimismo en tierra para que se fuesen; y estos tres que quedaron para lenguas, hízoles muy buen tratamiento y trájolos consigo”. Cieza de León también afirma que al paso de las huestes de Pizarro, durante su primer avance, los manteños salían a recibirlos y les regalaban comida. Esto muestra ciertamente una postura distinta a la de los pueblos situados más al norte, cuyas sociedades eran menos cohesionadas y presentaron desde el principio una actitud hostil. Es por ello que los cronistas halagan a los manteños calificándolos como gente de “mayor razón”. Es igualmente cierto que los manteños o estaba en guerra con los Incas o estaban a punto de iniciar una conflagración por el control de la ruta comercial del Pacífico, lo que explica que la llegada de nueva gente pudo haber sido vista como una posibilidad de alianza.
Por otra parte, entre las múltiples estrategias de los manteños estuvo la de los acosos, el ocultamiento, el disimulo, e incluso el silencio. En Coaque, la gente se escondió y el cacique optó por guardarse dentro de su casa. A partir de este episodio se puede ver cómo los manteños habían construido verdaderos códigos de relaciones sociales: el recibimiento y la ofrenda eran actos de aceptación, y la actitud contraria debía ser tomada como un rechazo: “el Señor de el Lugar escondióse en su misma Casa, maldiciendo tan malos Huéspedes; pero al fin le hallaron, i mui medroso, le llevaron á Don Francisco Picarro, i dixo por las lenguas: que no estaba escondido, sino en su propia casa i no en la agena: y que viendo que contra su voluntad, i los Suios se havian entrado en el Lugar, no havia ido á verlos, temiendo de muerte”.
Cuando pasa Girolamo Benzoni por el lugar en 1547 el cronista observa con acuciosidad particular la actitud de los caciques, quienes literalmente se negaban a “mirar” a los invasores, y da su testimonio con relación al Señor de Puerto Viejo o Manta, al que “nunca le vi mirar en la cara a ningún español”. En este sentido, y guardando las distancias entre ambas culturas, se establece una similitud con la actitud de Moctezuma, quien estaba dispuesto a todo incluso a ofrecer su reino, a condición que Cortés no lo viera.
En Bahía de Caráquez, en la tierra de la cacica viuda, presumiblemente en Tosagua, los indígenas atrajeron a los españoles con una actitud amistosa, pero luego les tendieron una celada en la que mataron a dos españoles. Finalmente Pizarro logró una alianza temporal para asegurar la provisión de alimentos. Más adelante, en Puerto Viejo, los indígenas abastecieron a los españoles en procura de que salieran rápido del territorio comprendiendo que iban de paso: “porque los señores destos pueblos, de una voluntad salían a los caminos a recibir al Gobernador sin ponerse en defensa; y el Gobernador, sin les hacer mal ni enojo alguno, los recebía a todos amorosamente”.
Se observa entonces, una capacidad de renovar distintas estrategias según la actitud del que ya era considerado a todas luces, no un visitante, sino un enemigo. Pero aún así, subsiste la cuestión en torno a cómo los Confederados no arremetieron y acabaron con los hombres de Pizarro, Almagro e incluso Alvarado, siendo numéricamente mayor, teniendo provisiones y encontrándose en su propio territorio. Es posible que la versión de que los hombres de guerra manteños estaban lejos en atención a la invasión de los Incas, haya sido cierta. Por otro lado, que la región no tuvo una tradición guerrera, y que su pueblo de filiación comercial desarrolló otras estrategias de poder. En ningún momento se observa una reacción militar organizada, prototipo de un estado centralizado y con ejercicios coercitivos. La respuesta manteña ante la invasión española, es otro elemento que permite comprender la diferencia de los patrones políticos, sociales y económicos, de los manteños, con respecto a otros grupos andinos.
A diferencia de lo ocurrido en 1526, en 1531 los manteños optaron por dejar abandonados sus asentamientos, quemar sus pueblos y desaparecer sus reservas de maíz. No sólo se puede atribuir esta conducta al miedo, sino por el contrario a toda una respuesta que pretendía dejar a los españoles sin abastecimientos, lo cual ocasionó el desgaste de las huestes en su avance al Perú. Los indios rebeldes se refugiaron en las montañas, entre los yumbos, a quienes todavía en 1568 se intentaba pacificar a propósito de la conquista de Esmeraldas, la última de las regiones que se mantenía incontrolada.
El arrinconamiento de la sociedad manteña hacia la zona montañosa es un tema poco estudiado, en el sentido de rastrear la posibilidad de que grupos tardíos como el de Los Colorados, pudieron haber acogido a los aborígenes de la diáspora, a juzgar por el parecido físico que comparten con la gente de la Costa. La disminución de la población de la Costa es atribuida a las guerras y al problema de la agresión biológica, es decir, a las enfermedades traídas por los europeos; pero 1535 parece una fecha aún temprana para justificar la desaparición de sociedades como la de Jocay, con 20.000 habitantes, o de otros pueblos de concentraciones masivas como Coaque o Salangome. En efecto, se afirma con respecto a Puerto Viejo que “en estas provincias hai pocos Indios”. La diáspora manteña, la huída hacia el interior, fue al mismo tiempo una estrategia de resistencia, pero asímismo una debilidad, puesto que finalmente la estructura de poder no pudo rearticularse rápidamente.[4]
La Comuna Salango
La Parroquia Salango tiene como su Gobierno Seccional a la Junta Parroquial de Salango creada para la administración Política de la parroquia, que se rige con la Ley Orgánica de las Juntas Parroquiales. La Parroquia Salango esta compuesta por zonas urbanas de la Comuna Salango y la Comuna Las Tunas.
La comuna Salango esta compuesta por el sitio Salango que a la vez es la cabecera parroquial, y por el recinto Río Chico.
La comuna Las Tunas esta conformada por el sitio Las Tunas que representa la cabecera comunal y los recintos Puerto Rico, Ayampe y Las Cabañas.
Un grupo de moradores se reunieron el 3 de mayo de 1995 con el anhelo y afán de conseguir mejores días y el progreso social, económico y cultural de sus futuras generaciones; con estas ideas, decidieron formar un comité Pro- Parroquialización que rija los destinos de sus florecientes comunas.
La muy Ilustre Municipalidad de Puerto López en sesión del 30 de Junio y 28 de Julio de 1995 y reformadas el 13 – 19 y 21 de Julio de 1996 y de la comisión de limites internos de la republica. En base a los informes favorables del consejo provincial de Manabí en sesión ordinaria del 26 de Octubre de 1995 el Ministerio de Gobierno mediante acuerdo ministerial No. 0452 del 5 de Agosto de 1996 y publicado en el registro oficial No. 007 del 20 de Agosto de este mismo año, crea la Parroquia Salango.[5]
La Comuna Agua Blanca
Agua Blanca es una aldea situada en el corazón del Parque Nacional Machalilla, una comunidad perdida en el tiempo, ya que sus tierras y recursos arqueológicos describen a la perfección nuestras raíces, la forma de vida de nuestros antepasados y sus métodos de supervivencia, algunos que nos han sido trasmitidos de generación en generación. Su población es de 250 habitantes aproximadamente y su territorio alcanza las 846 hectáreas.
Los estudios arqueológicos realizados en estas tierras, muestran restos del período Formativo hasta el período de Integración (etapas que describen las culturas de las costas manabitas).
Dentro del museo de la comuna se pueden observar la diversidad de utensilios antiguos y rústicos, pero tan útiles para los habitantes de estas tierras. Algunos de estos en perfecto estado, y otros un poco maltratados por las agresiones físicas (cuando los españoles estaban en búsqueda de tesoros), el traslado y la manipulación. Entre estos objetos hay recipientes elaborados en barro que servían como funerarias (urnas donde se colocaban los cadáveres) lo cual formaba arte de las tradiciones mortuorias. En estos recipientes es muy común encontrar esqueletos humanos en perfecto estado, con prendas de rituales valiosos, etc.
…Otros de estos objetos eran vasijas donde ponían el agua y los alimentos, además de utensilios de cocina, como rayos, molinos, e incluso piedras para hacer fuego.
Existe también una infinidad de adornos, collares, aretes, piedras talladas con formas de animales, sillas ceremoniales de algunos shamanes e incluso, conchas que sirven como medios de comunicación. (…) En fin, un sin número de implementos sorprendentes.
Al salir del museo, en un recorrido de 2 Km. y se pueden visitar los siguientes lugares de la comunidad:
LAS URNAS FUNERARIAS IN SITU, que son una especie de cementerios donde se enterraban las urnas con los cadáveres y algunas pertenencias.
EL VALLE DEL RÍO BUENA VISTA, donde disfrutamos de una diversidad muy extensa de flora y fauna en el bosque seco-tropical que nos ofrece el Parque Nacional de Machalilla y en donde nos topamos cara a cara con la naturaleza.
ÁREA ARQUEOLÓGICA, donde apreciamos restos de construcciones de casas, templos, centros ceremoniales y plazas que pertenecieron a la cultura Manteña.
LAS LAGUNAS SULFUROSAS, las cuales son la característica principal de la localidad y es la causa del nombre “Agua Blanca”, ya que por su alto contenido de sulfuro, sus aguas amanecen con una capa de espuma blanca en su superficie, la cual desaparece en el transcurso del día. También es conocida por sus propiedades curativas. Algunos de nuestros compañeros tomaron un baño en esas aguas refrescantes ya que dicen son fuente de juventud.
EL MIRADOR, (…) La parte más alta para poder apreciar en todo su esplendor el paisaje del valle y del río Buena Vista.[6]
Parque Nacional Machalilla
El Parque Nacional Machalilla se encuentra ubicado en la zona centro Occidental de la Región Costera del Ecuador, al sur Oeste de la Provincia de Manabí. Ocupa buena parte del sistema Hidrográfico Occidental de la Cordillera Chongón- Colonche. Los Cantones Involucrados en el Parque Nacional Machalilla corresponden a Jipijapa con sus Parroquias Julcuy, Pedro Pablo Gómez y Puerto Cayo; el Cantón Puerto López de reciente creación con sus Parroquias Machalilla y Salango, y, el Cantón Montecristi cuyo territorio constituye la Isla de la Plata. El territorio es discontinuo y comprende tres sectores: Salaite, Agua Blanca-Ayampe y Punta Los Piqueros; en la zona Continental: las Islas de la Plata y Salango; y una reserva de dos millas marítimas a lo largo del perfil costanero del Parque y alrededor de las Islas en el Océano Pacífico.
Hacía el sur del área se encuentra el sitio Turístico Reserva Natural Cantalapiedra; cuenta con 320 ha. Hay que destacar que en esta zona se encuentran restos arqueológicos de las más importantes culturas de la costa ecuatoriana, como la Valdivia. El PNM ocupa parte del sistema Hidrográfico Occidental Chongón Colonche. Sus drenajes principales son los ríos: Jipijapa, Salaite, Seco, Punteros, Buena Vista, Pinas y Ayampe, Casi todo el sistema hidrográfico es de tipo intermitente, que en época de estiaje permanecen secos y en época de lluvias escurren. Solo río Ayampe tiene un escurrimiento ínfimo en época de estiaje.
El PNM ha sido incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional de la Convención de RAMSAR. El Parque Nacional Machalilla y bosques remanente de los alrededores incluyen áreas de bosque húmedo de garúa, similar al bosque nublado
andino, en la parte alta de la cordillera. En las laderas más bajas, el bosque se torna semideciduo y deciduo, y hacia la costa se convierte en matorral seco donde la vegetación es arbustiva y achaparrada, existen especies de cactus caudones o cactus candelabro, y árboles de las familias Leguminosa y Capparidaceae. En el bosque ripario hay grupos de caña guadua, árboles grandes como matapalos (Ficus spp.), otras zonas
están dominadas de palmas de cade o tagua y en general son zonas más intervenidas. Los hábitats marinos incluyen acantilados, playas arenosas, orillas rocosas bajas y accidentadas e islas continentales. Dentro del parque se encuentran algunas poblaciones humanas, las cuales presentan áreas agrícolas y ganaderas de subsistencia y se dedican
principalmente a la pesca y, en varios casos, al turismo, actividad que tiene gran importancia en la economía local.
Es destacable la presencia de aves migratorias en el río Ayampe, fauna terrestre en la isla de La Plata, ictiofauna marina y variedad de animales silvestres en la región costera del bosque seco, destacándose los albatros, pelícanos, fragatas, pájaro tropical, lobos marinos, los piqueros de patas azules y rojas y los enmascarados. En el sector, la estructura de la cubierta vegetal es propia de plantas expuestas a largas sequías, compuesta en su gran mayoría por especies de caducifolias y raíces profundas para captar aguas subterráneas. Las playas y acantilados son recursos paisajísticos dignos de visitar. [7]
[1] http://www.salango.com.ec/salango_1historia.htm
[2] Hidrovo Quiñónez Tatiana. Historia de Manta en la Región de Manabí. Tomo I. Editorial Mar Abierto. Esqueletra Editorial. Manta. Quito. 2005. Págs. 66 a 68.
[3] Fiura i Roma Carme. El grupo manteño, proceso de desaparición. Una visión de la Costa andina septentrional en el último Período Prehispánico y de su transformación después de la conquista española. Colección de Tesis doctorales. Universidad de Barcelona. Barcelona. 1995. Pág. 119.
[4] Hidrovo Quiñónez Tatiana. Historia de Manta en la Región de Manabí. Tomo I. Editorial Mar Abierto. Esqueletra Editorial. Manta. Quito. 2005. Pág. 163 a 168.
[5] http://www.salango.com.ec/salango_1parroquia.htm#
[6] Robles Briones Gelitza. Prácticas periodísticas en Agua Blanca. Edición 176. Semanario El Autonomista. Portoviejo. 2005. Págs. 6-7
[7] http://www.salango.com.ec/salango_2ecomachalilla.htm
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