Escuché a “La Parcera”, decir (léase aji en ju e’tilo) ‘voy a comprarme una zebra y la voy a cargar por la calle y cuando cruze de un lugar a otro, pum, la jecho ar zuelo cruzo y ningún polecía puede decirme nada’…. Siguieron los otros personajes de “Trifulquiando” hablando del tema. El chabacano ‘que shi que la polishía extorsiona a la piiiipol’. Y el alternativo” ‘Ay sí ñañita esss que la gente no está acostumbrada’. Eso de lo que alcancé a escuchar hasta que me bajé del taxi… Estaban hablando de los pasos peatonales y las multas por no caminar-correr sobre ellos. Supongo, está demás decirlo.
Este programa radial, 100% manabita, lo mismo es decir, y aquí la redundancia no cabe, “100% puro”, por el lenguaje, por lo coloquial, por lo sin protocolo, sin pelos en la lengua y a veces, a lo como salga, que a pocos gusta y muchos encanta y divierte, da lecciones de creatividad.
Escuchar decir a La Parcera lo que cité, dio mucha risa, risas acertadas y de razón. Ustedes dirán, “ella habla barbaridades”, yo respondo, bienvenidas esas barbaridades; lo que dijo es la solución inmediata para no infringir la norma.
La cuestión es que los peatones son estorbo para el conductor, no los soporta, como tampoco soporta que otro carro marche delante de él, especialmente los taxistas, No todos, claro, pero sí la súper-mega-gran mayoría, ni se diga de los choferes de bus. La cuestión es que el peatón más seguro se siente pasando por media calle que cruzando por las rayas blancas; prefiere infringir la norma por salvar su vida, aunque suene paradójico.
También soy de la idea que debemos cargar una cebra al hombro, o bien cargar un tachito de pintura blanca (de la que no se sale a la semana) y una brocha a la mano, por lo menos en Portoviejo, ciudad del “sálvese quien pueda”, de calles destrozadas, de pasos cebras invisibles y abusadores policías, no todos pero sí la mega-súper-gran mayoría, los de -en una mano el pito y en la otra el celular-, se ven chistosos cierto?
Respetable lector, a una ciudad sin orden y enloquecida, soluciones extravagantes.
La cuestión es que estar sentados frente a un volante da poder, es la máquina frente a la persona. Mientras la otredad se desvanece (como las rayas blancas), ¿qué nos queda?. Saber llevarnos en armonía- conductores y peatones; peatones y conductores debemos saber nuestros deberes y derechos, para poder reclamarlos; conocer la Ley de Tránsito, donde el peatón tiene preferencia, ojo, el paso peatonal es para los peatones, no está demás decirlo.
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